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  • Caco Sepúlveda

Andrea de la Horra: Menos bla bla y más taller

Ahora que entiendo

lo que significa el compromiso

sé que nuestro amor

será siempre un oleaje;

un océano firme es irreal.


- Olas, Leticia Salá



Andrea de la Horra es una mujer que pareciera imbatible. Su postura, su voz y sus marcados ideales, la visten con una actitud capaz de traspasar la pantalla a través de la cual la observamos gesticular. “Para mí es súper importante que en las entrevistas salga que no estoy ni ahí con ser diseñadora de moda, yo soy diseñadora gráfica. A mí me interesa y tengo un profundo amor por el color.” En su forma de hablar se nota que sabe bien dónde está parada, qué es y qué no es. “Estoy ligada al arte pero no soy artista. Como dice mi Instagram: soy productora de arte. Tengo la facultad de poder agarrar un artista y decirle: «weon, hagamos una wea en un overol»”.


Agenda abierta – igual que su corazón

Desde segundo año de carrera, cuando creó su propia marca de Mochilas Afia, Andrea se ha ido llenando la espalda de proyectos. Hace ya varios años inició junto a Tetra Punk su propia feria-festival Primavera Oficios, que a causa de la pandemia decidió pausar, negándose a la idea de rendirse ante el formato online. Entonces, comenzó Materia Viva Studio, un espacio que funciona como casa-taller y que busca generar movimiento seleccionando y comprando obras de artistas para luego reproducirlas en serigrafía y comercializarlas. Además, por un tiempo, fue la productora general de la Galería La Curtiembre en el Persa Víctor Manuel.



A medida que han pasado los años, las horas de trabajo han ido decantando hacia su homónima marca de overoles. “«Andrea de la Horra Sastre» ha ido naciendo de forma natural, porque llevar una marca hacia mi nombre nunca fue lo que esperé. Se empezó a dar y hacía overoles de a poco y la gente cada vez me iba pidiendo más”. Así como los clásicos jeans sirvieron primero a los mineros de oro en California para luego traspasar fronteras, el overol pasó de ser una pieza propia de la clase trabajadora a un objeto de moda alrededor de los años 60’. Sin embargo, los retazos de su simbolismo social y su funcionalidad práctica son aún visibles en el proyecto de Andrea. “De alguna manera lo mismo que hago como productora se ha vinculado también a la imagen de «Andrea de la Horra»: ocupar un overol de trabajo como una pieza que le puede servir al ceramista, a las personas que van a mis ferias, al músico que toca en mis ferias, que le sirve al artista visual con el que trabajo generalmente. Entonces engloba un poco todo el transcurso de mi vida”.


A pesar de la variedad de sus proyectos, tiene claro cuál es su rol y su aporte. “Cuando me dicen que soy artista digo que no, yo soy la herramienta. El camino conductual entre la cabeza del artista y la idea. Yo ayudo al artista en toda su volada y trato de llevarla a un espacio que es más tangible”. Andrea funciona como una especie de polea: potencia a los artistas y les da espacio para expresarse y poder vender su obra. “Al artista le cuesta poder desarrollar su lado de venta. Hay artistas que son genios y no saben que lo son. No venden su obra. No saben cómo hacerlo porque el artista tiene otro proceso en la Facultad de Arte. No le enseñaron a vender, no le enseñaron marketing. Desde ahí ya existe una diferencia con el diseño”.




Arriba las mangas

“Yo quería ser psicóloga y mi papá, que tiene una fábrica papelera, me dijo que había una nueva carrera que se llamaba diseño gráfico. Me explicó qué era más o menos y yo sin cachar mucho le dije que ya. Me metí a probar un año y entré al Duoc de San Carlos y me encantó”. Posteriormente, decidió irse a estudiar dirección de arte y producción a Argentina, país con el que tiene una fuerte conexión y que le ayudó a poner en perspectiva el modus operandi de la industria artística nacional. “Siento que el arte en Chile está muy encerrado. Somos solamente los que somos y la mitad de la gente se tiene mala. Es muy sectario y muy cerrado. Fui tres veces a Buenos Aires y ya conocía a todos los chicos y me metieron en las exposiciones y a hacer cosas con ellos. Como que tienen eso de la buena onda”.


Andrea no cree en la colaboración charcha. La colaboración es un proceso sagrado de encuentro entre mentes, es la bajada de algo abstracto a un proyecto tangible y que representa meses de trabajo. “Para mí el colaborar es sentarte con el artista o diseñadora y trabajar meses con él, y dar feedback, la bajada de proyecto. Es lo que hago con todos los artistas con los que trabajo. No trabajo por webcam, no trabajo por videollamada, no mando los overoles por taxi y después digo que hicimos la foto con Juanita Pérez en una colaboración. No soy así y lo veo mucho alrededor mío en donde estamos todos muy encerrados”.


La productora no transa en su proceso creativo e insiste en que nos hace falta volver al origen. “Con volver al origen me refiero a que al final, de alguna forma, todo este proceso de las redes sociales, el internet y todo eso, ha hecho que perdamos el feedback de la realidad. Que es lo que a mí siempre me ha gustado mucho: juntarme con la gente, trabajar juntos”, declara de la Horra al hablar de cómo la colaboración se ha desvirtuado debido a las redes sociales. “Soy tajante en eso. A los artistas que me dicen que quieren sacar un overol conmigo les digo: «dale, pero tení que ir a mi taller. Vamos a trabajar de tal forma. Tú me traes los diseños, yo los imprimo, los cortaremos. Y haremos toda esa pega, que es una paja, pero cuando uno ve el proceso terminado te das cuenta que valió la pena hacer esto juntos». Hay una historia mía con el artista en el camino. No es solo la foto del feed de Instagram”.





Soltar

“El diseño es el diseño, y el arte es el arte. Onda, son dos cosas totalmente diferentes". Arte, diseño... diseño, arte... Una majamama de conceptos que humildemente intentamos desenmarañar para descubrir, en el núcleo del meollo, el lugar de nuestra disciplina. “El proceso del arte es algo mucho más extenso, puede durar años. El diseño tiene algo con la rapidez, con la espontaneidad de lo que te piden. Uno tiene que crear en base a una respuesta muy rápida, análogo o como sea. El diseño se creó para responder a una necesidad, el arte no”. Su pragmática respuesta nos toma desprevenid@s. Y es que solemos exigir a las industrias procesos más responsables y sostenibles, evitamos la moda desechable y valoramos lo old school por su ritmo pausado y su humanidad, pero ¿cómo nos preocupamos de traer estos valores a nuestra propia disciplina? Somos presos de la tiranía del “ahora”, y al mismo tiempo dueños de un freno de mano que va más allá de lo medioambiental, respondiendo a cada aspecto de la sociedad, la economía y nuestra forma de vida.

En este pausarse, está implícito también el conectar. Para Andrea, si bien existe un buen nivel y much@s chilen@s están haciendo cosas geniales, no existe un verdadero apoyo entre pares y las redes sociales se han encargado de alejarles cada vez más “porque aunque no lo quieran demostrar, son una competencia los unos y los otros.”

Oye no sean cagados con los datos de sus proveedores. Nadie va a ser lo mismo que ustedes! La única forma de que mueva la máquina dentro de la industria chilena es ayudando a que esos proveedores tengan más ventas o si no seguirán cerrando sus fábrica como lo que pasó en los 80’s con la llegada de los árabes y chinos. LO QUE SALE DE TU MENTE NUNCA VA A PODER SER REPLICADO AUNQUE LO INTENTEN. SOLTAR. - @andreadelahorrasastre en Instagram

“No sé. Me pasa que nadie se conoce con el otro realmente, solo se conocen por Instagram y solamente hay una admiración por Instagram. No hay una real admiración de decir «me junté con él y quise hacer un proceso y quisimos conocernos»”.



Andrea usa las redes sociales de otra forma. Las ve como un juego, un playground, y no como algo serio ni mucho menos real. “Me gusta Instagram, pero me gusta pasarlo bien. Y por eso subo puras weas. Weas webiandome a mí, a la gente, hago encuestas, no sé. Pongo una foto de un overol y escribo «¿besito en la boca o grupal?». Y la gente tiene que poner si o no. Hago puras preguntas weonas”, dice riendo a carcajadas. “Al final lo quiero pasar bien como sea: pegando un afiche en la calle, haciendo un video estúpido con una amiga con un overol. Donde sea y como sea pasarlo bien y que la gente con la que estoy también lo pase bien con mi marca”. Y en esa última idea radica el consejo más simple, pero quizás también el más importante: “Pasarlo bien. Sino para qué lo haces”.


andredelahorrasastre.tumblr.com | @andreadelahorrasastre


Imágenes cortesía de Andrea de la Horra

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